jueves, 22 de mayo de 2008

El gol de mi vida (Hawai 1998)

Cuando termine la secundaria en 1996, lo único que quería hacer era seguir de joda. Por eso tiempos estaba metido en una empresa de viajes estudiantiles, de esos que vende los viajes a Bariloche, vio?. Al año siguiente continúe con dicha empresa, coordinando estos viajes y paralelamente estudiando en la Universidad de Morón, relaciones publicas fue la carrera elegida. Me iba bien.
En mi casa no gustaba mucho eso de que fuera coordinador y mi viejo me empezó a tirar indirectas de que me consiga un trabajo en serio, caso contrario mi valija iba a estar lista y dispuesta para que la agarre y me mande a mudar.
No viene al caso como pase las entrevistas, ni la pinta con la que me presente. Pero las pase y quede. Fue una jugada de mi viejo y por la cual hoy en día le estoy agradecido eternamente.
El destino era el aeropuerto internacional de Ezeiza, mas precisamente una aerolínea extranjera. Viacao aérea río-grandense, esa era la sigla de mi nuevo empleador, la aerolínea brasilera VARIG.
Empecé como part-time en noviembre de 1997, atendiendo pasajeros en los mostradores, bah! como check in. No tarde mucho tiempo en empezar a jugar al futbol todos los lunes en las canchas de Salta y San Juan, se armaban batallas entre el aeropuerto y la gente de administración.
A modo informativo quiero explicarles que durante el año, en distintos países del globo terráqueo, un puñado de piolas se juntan y organizan una especie de mini mundial de aerolíneas. Las aerolíneas en su gran mayoría, ofrece a modo de beneficio a sus empleados descuentos en tickets aéreos a cualquier parte del mundo.
Estos piolas, organizan todo, venden un paquete completo. Te dan el hotel, los transfers, las comidas de la noche, alguna que otra excursión, y por supuesto el torneo de futbol. A veces es en cancha cerrada, otras en canchas grandes, césped sintético o natural, de cinco, de siete y hasta de once players.

Marzo del 98 se acercaba y con el, se aproximaba un torneo de futbol 7 en cancha de césped natural, que se disputaba en la isla paradisíaca de Hawai, si!!!!! Leyó bien, Hawai!!!.
El equipo de VARIG ya estaba armado, hace mucho que jugaban juntos, pero a pesar de todo, yo quede.
Pensar que yo no había salido de Haedo, a lo sumo conocía Ramos Mejia, Morón, y el centro un par de veces.
Para salir del país, mis viejos tuvieron que hacerme el permiso porque era menor de 21 años. Volé directo a Los Angeles, y paramos 3 días. Una ciudad completamente loca. Malibu, Hollywood, Venice Beach, guauuu!!!!.
Luego del parate en la ciudad de las estrellas de cine, volamos al paraíso terrenal. Hawai nos recibió con el típico collar de florcitas de colores, y para asombro de todos, los empleados del aeropuerto vestían uniformes de bermudas y camisas manga corta. Corbatas me pregunta usted, ni ahí.
Alquilamos unas camionetas y derechito rumbo al hotel, después a la playa y a la noche nos reunímos para conocer al resto de los equipos, escuchar las reglas del torneo y recibir la ubicación donde y cuando teníamos que jugar.
En la mañana nos despertamos tempranito, y después de un desayuno frugal nos fuimos directo al campo de deportes.
Yo sabia que entre los 11 titulares no iba a estar, y que iba a tener que comer banco hasta tener una chance, y cuando la tuviera la tenia que aprovechar.
Para que sepan, en cancha grande siempre jugué de 8, mucha ida y poca vuelta. Garra, y de vez en cuando se me caía una fantasía, pero no muy a menudo.
El sorteo nos deparo en el grupo B, el cual estaba formado por: Qantas de Australia, Aerolíneas Argentinas de Ezeiza, y Varig de San Pablo, Brasil. Dos clásicos!!!, no lo podíamos creer. Si bien cuando uno va a jugar estos tipos de torneos, los encara en forma amistosa, cae de maduro que de amistoso, este torneito en particular, no tenia nada.
El primer partido fue contra los australianos, y pecamos de argentinos. Ese es un gen que tenemos nosotros (y podría decir que solo la gente de Buenos Aires) de creernos los mejores solo porque Maradona nació en nuestros pagos. Nos comimos un “peludo” y terminamos 2 a 0. Yo ni calenté.
El segundo partido era a matar o morir. Enfrente estaban nuestros compatriotas de Aerolíneas. Ellos habían empatado contra los Brasileros de Varig en la primera fecha. Teníamos que ganar si o si, o a lo sumo empatar y después sacar la calculadora.
El partido comenzó bien áspero, roces varios en mitad de cancha, pero ninguno sacaba diferencias. Promediando el final del primer tiempo gol de ellos y al descanso. Yo me comía los dedos y me moría por entrar, nada. El segundo empezó un poco mejor para nosotros y enseguida empatamos con un gol sucio, de esos que entran los 11 pateando lo que parece la pelota y se llevan puesto piernas, cabezas, bolsos.
Cuando el partido se moría, llego la debacle total y se murió mi chance de ingresar aunque sea unos minutos. Que uno cometió una falta fuerte, que el otro se levanto y lo acomodo, y en cuestión de segundos, los 22 mas los de afuera estábamos trenzándonos sin miramientos. Un poco de vergüenza me da contarlo, pero mucho mas me dio cuando comenzamos a separarnos y los restantes equipos no hacían mas que estar con la boca abierta, y de fondo tener que escuchar comentarios del tipo, -pero no son todos Argentinos?, o –no es que trabajan juntos en el mismo aeropuerto?.
Historia real señores, no es mas que el reflejo de la historia de nuestro país, cualquier coincidencia o semejanza con la realidad, es verdad.
Luego de la barbarie, cada uno a las duchas y a regresar al hotel, esperando disfrutar de la noche y sacando las conclusiones de los partidos jugados.

Para afrontar el partido que restaba, había que ganar y esperar una mano de los australianos que también habían bajado a los Brasileros y que en nuestros planes de clasificar, los “canguros” tenían que ganarles a los Argentinos de Aerolíneas en la tercer fecha.
Simultáneamente a nuestro juego, se disputo el otro partido por el grupo B. Para evitar suspicacias, vio?.
El comienzo me encontró nuevamente en el banco, pero a los 15 del primer tiempo, me dijeron que empiece a calentar. Gol de ellos, y automáticamente adentro. Me pare de media punta tirado a la izquierda. Teníamos que salir a buscar el partido y era hora de arriesgar. Nos plantamos con 3 en el fondo, un 5 tapón, 2 carrileros, un 10, dos extremos bien abiertos (uno era yo) y un 9 paradito en el punto del penal.
El constante apedreo de centros, encontró al 9 bien posisionado y de un testazo la mando a guardar. Gol nuestro y empate. El hombre de negro pito el final del primer tiempo y al descanso nomás.
Estábamos bien, armaditos y concentrados. Nos sentíamos que en cualquier momento entraba la que faltaba y después iban a seguir entrando más. Solo una ilusión.
El segundo tiempo arranco y a los 5, un mal despeje del 2 nuestro propino el gol de ellos. Otra vez abajo, otra vez a remar.
Ya se estaba poniendo caliente el asunto, era el duelo de todos los tiempos, Argentinos contra Brasileros. Si bien era por la clasificación de un torneo inventado que no daba ni fama, ni dinero, ni nada. Para nosotros y para mi era la final del mundo.
Mi desempeño era normal, atoraba en la salida, y me preocupaba por seguir al 3 de ellos a todos lados. Tocaba rápido y evitaba el firulete, cuando podía tiraba el centro, si no para atrás y a empezar de nuevo.
A los 30 y 35 del segundo tiempo del otro partido se escucharon los gritos australianos que determinaban que iban 2 a 0, y parecía que la historia estaba resuelta, ellos se quedaban con el grupo con puntaje ideal, los argentinos de aerolíneas se quedaban con 2, y en ese momento estaban clasificando los brasileros. Nosotros estábamos out.
Al minuto de escuchar el segundo grito australiano, nuestro 10 la clavo de un ángulo, (ahí donde duermen las arañas), después de acariciar la pelota en un tiro libre pegadito al vértice derecho del aérea grande y por sobre la barrera.
Todavía no alcanzaba, había que ganar. En realidad se tenían que sacar cuentas de quien tenía más goles a favor o en contra. Quien entraba segundo, tercero y cuarto.
Los Brasileros sintieron el empate, ya tenían abrochada la clasificación y de verdad los sorprendió. Se les notaba en esos últimos minutos esa histórica falta de carácter. Y yo me sentía mas vivo que nunca, con energía que me brotaba de todos lados, y que la plasmaba en cada pique.
Faltaban 2 o 1 minuto, la verdad que no se. Habíamos estrellado una pelota en el palo, de esas que entran pero que al final no. Pero seguíamos yendo al frente.
Tiempo cumplido, el réferi dio 2 mas, porque en los últimos 10 minutos, los brasileros se caían como moscas y se retorcían en el piso. Y entonces la agarro el 5, un elegante del balompié, la piso y la puso al pique del 10. A este le cerraron los espacios, tuvo que recular y ponerla bajo la suela. Con la cola aguantaba al marcador y pispeaba por doquier alguien a quien habilitar, y es ahí donde la historia me dejo una pagina para escribir. El 10 estaba parado de espaldas a 5 metros del aérea grande del vértice izquierdo, yo estaba marcado a unos 2 metros de el, nuestro carrilero izquierdo me cortino el pique y pase como tiro delante de nuestro “fantasista”, sin dudarlo me la puso mansita adelante mío como a un metro y medio. La toque una vez con el empeine como acariciándola y diciéndole: -prepárate hermosa-. Me salio el primer central a romperme, pero se quedo paradito y cuando el segundo me estaba esperando, pise la medialuna y saque un remate furibundo, directo, con bronca acumulada, con un mensaje que decía: -pasamos de ronda!!!-.
Que golazo, el remate se metió a media altura del lado izquierdo, el vuelo del arquero no hizo mas que galardonar la definición, si hasta puedo decirte que en esa milésima de segundo, le vi la cara al portero y su expresión decía – no llego ni en pedo-, salí corriendo como Gianni Riviera, aquel italiano que vacuno a los alemanes en la final del mundo del 82, con los brazos al cielo y una carrera loca hacia el mismo costado de la cancha, simplemente por la dirección que había tomado antes de picar. Me abrazaron todos y me felicitaron, sabia que había hecho un gol de antología, de esos que quedan en la retina por mucho tiempo, y que en algunos casos, como el mío, jamás lo olvidare. Fue el gol de mi vida.

Después afianzado como titular jugamos la semifinal contra los italianos de la aerolínea Meridiana. Perdimos por penales. Jugué mal.

2 comentarios:

Jimmy Venegoni dijo...

"afianzado como titular jugamos la semifinal contra los italianos de la aerolínea Meridiana. Perdimos por penales. Jugué mal."
LA CONFIANZA MATA AL HOMBRE !!!
Buen relato, espero ansioso el libro.
Abrazo de gol

Unknown dijo...

Desgraciado ahora me vengo a enterar que entraste por acomodo y encima como olvidar Hawaii si me llamaste a casa a las 3 AM!!!!! si si, 3 AM para avisar que no podias volver porque como fucking sublo no tenias lugar!!!!!.....
Jaja,te quiero igual cabron!!